DEFENSA DEL DERECHO POSITIVO Y DEL BUEN SENTIDO
Por Héctor H. Hernández
A medida que se va descubriendo el alcance del golpe de mano para conseguirlo antes de iniciar la campaña electoral 2011, el “homomonio” va encontrando resistencias. Manifestaciones en Buenos Aires, en San Juan, en Córdoba; los evangélicos por un lado, los católicos por su parte o con aquéllos, con los obispos o a veces al margen suyo. Por otro, el nudista y ateo Rolando Hanghlin que sale a defender el matrimonio en el diario La Nación y en el Senado (La Nación, 4-VI-2010).
La profesora Graciela Medina
O la profesora Graciela Medina, especialista en derecho de familia y nunca seguidora de las posturas cristianas en el tema, desmenuzando el disparate una y otra vez en la revista La Ley (por lo menos en tres artículos y ya tenía un libro escrito). En su anteúltimo trabajo dice que los autores del proyecto pusieron un buscador con las palabras clave “padre, madre, esposa y esposo”, procediendo a cambiarlos por “padres” y “cónyuges”, con el resultado de que “hacen perder a las mujeres derechos duramente concedidos”, o colocan “a las uniones de lesbianas y gay sobre aquéllas constituidas por hombres y mujeres” (“La ley de matrimonio homosexual proyectada. Evidente retroceso de los derechos de las mujeres”, La Ley, 17-V-2010).
Amparo como héroe de Malvinas
Se ha visto que decir “no me discriminen” es sólo pretexto. No sabemos hasta dónde se va a llegar con el argumento de la discriminación y los derechos humanos locos, pero se hace preciso decir que hay discriminaciones que son justas y discriminaciones que son injustas. Lo propio del derecho es distinguir, y a cada cosa llamarla por su nombre. La lucha contra toda discriminación lleva no sólo a malos resultados sino al absurdo, y en este caso encubre un plan que va a otro objetivo. La sociedad se suicida si pierde el sentido del ridículo.
Me hubiera gustado ser condecorado con la medalla nicoleña al heroico valor en combate como sobreviviente del General Belgrano. Soy nicoleño y a mucha honra, y sobrevivo gracias a Dios, pero me faltó lo que en derecho llamamos “el título jurídico” de pelear en Malvinas y en el glorioso crucero… - No haré ningún amparo al respecto que lo pierdo seguro.
Ejemplos de sinsentido
Lo que les voy a contar es rigurosamente falso. Una vez un hombre y una mujer que habían perdido por accidentes y operación sus órganos sexuales fueron al Registro Civil a contraer enlace. No les hicieron ninguna revisación ni ningún test, y no nos interesa el problema práctico del derecho a casarse entre un hombre y una mujer que no tienen órganos sexuales. Repito que sobre eso no hablo. No me ocupo de sus derechos ni de lo que puede haber pasado. Lo que me interesa es pensar qué sentido tiene que ese hombre y esa mujer quieran contraer matrimonio…
Un sinsentido. El mismo sentido que tiene que un ciego se sienta discriminado porque no lo nombran veedor de la AFA en los partidos de la Liga Nicoleña de fútbol. –Es ridículo.
Respeto por las palabras
“Padres”, “cónyuges”, “combatiente”, “premio”, “veedor”, son palabras que en derecho debemos respetar. “Matrimonio” también. Las viejas sociedades que conocieron y practicaron y hasta mucho la homosexualidad, ni soñaron con algo que sólo siete países en el mundo han pergeñado hoy al impulso generosamente estipendiado del minoritario Movimiento Gay, que no representa tampoco a los homosexuales.
La sensiblería al uso plantea problemas económicos, pero ya el propio apologista y artista Cibrián declaró que él tiene cubiertas las cosas con su testamento, que prolijamente cada tanto retoca, pues no hay necesidad económica en juego sino una cuestión de cambio de moral y que no lo fusilen como a García Lorca. (¿Quién persigue a quién en la Argentina? No estaría demás respetar a los heterosexuales, - dijo el antes citado periodista y escritor nudista, La Nación, 26 de mayo de 2010, y vuelvo a recordar que según la propia Dra. Medina el proyecto discrimina a los matrimonios heterosexuales…).
“Matrimonio” y “célula fundamental de la sociedad”
Como para la religión de género “en materia de sexo no hay correcto o incorrecto”, según dijo la Jueza que declaró la primera inconstitucionalidad y que no encontró ni un jurista civilista ni constitucionalista en quienes apoyarse, preparémonos a vivir en la más amplia liberación sexual. A que se cambie también el Código Penal y el delito de corrupción de menores, a que se vea la prostitución como algo tan digno como la maternidad y la educación de los chicos de la Patria, a la pedofilia o la poligamia o la poliandria como una posibilidad tan legítima como otras, y a que se postule a Tinelli ministro de educación y buenas costumbres. Y, entonces, a poner a “la Biblia – cuidadosamente, Discépolo enseña- junto al calefón”.
Según la concepción de la filósofa norteamericana Butler, sacerdotisa de la religión de género que es la más citada en la campaña del Movimiento y que se fue más allá del feminismo porque eso supondría reconocer a la mujer como tal, el derecho se viene a identificar con el deseo sexual de cada uno sin regla alguna. Con lo que de aprobarse la ley se consagraría la filosofía del hedonismo (el placer como norma que ha de ser reconocida) y del individualismo (pues en el matrimonio no se exigiría ninguna solidaridad y se consagraría el egoísmo descocado, depreciando el matrimonio porque a cualquier unión se le podría llamar tal).
De ese modo vamos a la destrucción de la Argentina y aumentaremos nuestra despoblación. (“La crisis de la UE deriva de su envejecimiento”, ha escrito el economista Ricardo Arriazu, Clarín, 23-V-2010, p. 28).
Contraderecho
Pero esto va contra todo derecho, porque “la familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”, dice el artículo 16,3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es constitucional en la República Argentina. (Éste es el artículo que Sacheri siempre citaba elogiosamente de la mala Declaración)
Y el sentido de esta norma se explica en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que repite lo anterior y añade el sentido que tienen el matrimonio y la familia: “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen que: 1. Se debe conceder a la familia, que es el elemento natural y fundamental de la sociedad, la más amplia protección y asistencia posibles, especialmente para su constitución y mientras sea responsable del cuidado y la educación de los hijos a su cargo”. Se ve que según derecho el sentido principal de la familia son los hijos. Y sigue: “2. Se debe conceder especial protección a las madres durante un período de tiempo razonable antes y después del parto”. El sentido principal del matrimonio es que haya madre, y no puede haber madre sin padre. Así de claro.
Según el derecho positivo entonces, aunque haya otros fines del matrimonio, éste está ligado al sexo y la familia y la familia a la maternidad. Coincide con la definición de “matrimonio”: “unión de hombre y mujer” Y con su etimología, que viene a significar “oficio de la madre”. Los que con su unión desde el vamos no quieren de ninguna manera el fin esencial, jurídicamente no pueden ser matrimonio y no deben ser alentados o reconocidos como tales. No sería constitucional.
La fiesta del Bicentenario
En el Bicentenario recordamos la acción de unos tipos que fundaron la Argentina y se sacrificaron en serio. De hombres y mujeres que aprendieron, desde su hogar, la palabra “sacrificio”. Y que nunca entendieron que los goces de la vida, que ellos se daban en su medida y armoniosamente o a veces fuera de toda medida y de toda regla, pudieran ser la norma de la construcción de la sociedad.
Con el diseño iusfilosófico del hedonismo y del individualismo, donde el matrimonio deja de tener relación con que vengan y se eduquen nuevos argentinos, la Patria se suicida. En sentido metafórico. En sentido moral. Y en un sentido realísimo de toda realidad.
Héctor H. Hernández
Doctor en Ciencias Jurídicas
Profesor de Filosofía del derecho
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