"...es mayor el tiempo que debo agradar a los de abajo que a los de aquí. Allí reposaré para siempre. Tú, si te parece bien, desdeña los honores de los dioses." Antígona, Sófocles.



viernes, 4 de marzo de 2011

LA PARUSÍA: UNA VERDAD DE FE NEGADA

traducido por Pbro. Lic. Carlos Baliña

Así como hay personas fuera de la Iglesia preocupadas por el 2012 y el fin del mundo -que imaginan asociado a desastres ambientales-, también hay una tendencia, dentro de la misma Iglesia, ligada al progresismo (esencial a él, en realidad), que cierra los ojos a la segunda venida de Cristo. Algunos niegan esta verdad de fe y otros hacen de cuenta que no existe.

En 1965, Malcolm Muggeridge (escritor y periodista inglés, convertido al "cristianismo" y recibido en la Iglesia Católica unos años después) dijo lo que sigue en una conferencia:

"Los primeros cristianos ... disfrutaron de la inestimable ventaja de creer que el milenio estaba cerca, lo que les impidió tratar de establecer un régimen de beneficencia en este mundo. Dado el tiempo que disponían, no valía la pena. Tal vez la mejor esperanza de revivir la religión cristiana sería la de convencer al Papa, al arzobispo de Canterbury, y a otros dignatarios de esa clase, que el mundo pronto llegará a su fin. Una tarea difícil, me temo, a pesar de las muchas evidencias que hay en ese sentido."



sábado, 12 de febrero de 2011

EL PADRE GÓMEZ Y UN CASO DE LIBRO

Por Héctor H. Hernández
(Publicado parcialmente en El Norte de San Nicolás de los Arroyos el 6-II-2011, p. 15)

Marcos Aguinis denunció bajo este título que “El cristianismo es objeto de persecución”, y coincidiendo con Benedicto XVI recordó entre otras afrentas el asesinato de 58 personas en plena misa en Bagdad, la actual “demonización de los cristianos” y los incendios de sus viviendas en Egipto (La Nación, 10-I-2011, pp. 1 y 13). En un artículo en “Defensa del crucifijo” recordé por mi parte cuál es la única religión perseguida entre nosotros (El Norte, 10-X-2010), y acabamos de asistir a un ultraje más, que esta vez trascendió por la reacción que mereciera.

El conjunto Lutherieces

La tradicional fiesta nacional del chivo que identifica a Malargüe se había iniciado con la entrada de la Virgen de la Carrodilla traída en peregrinación desde Mendoza, y con la bendición que impartió el Párroco P. Ramiro Sáenz en un marco religioso popular, multitudinario, pacífico, folclórico y festivo.

Participó el conjunto Lutherieces comenzando su actuación con la obra “Oh Señor, que el cielo me asista”. Sus integrantes estaban vestidos con el hábito de San Francisco (primer ataque, revestirse del uniforme propio de aquéllos de que se quieren mofar), y el que dirigía parodió luego una plegaria: “dame fuerzas para resistir la tentación”, porque “se me hace cada vez más difícil el voto de castidad”. (Con lo que concurren varios agravios más: hacen escarnio de la oración religiosa, hacen irrisión de la doctrina del pecado, se burlan de la virtud que regula el sexo según razón, la castidad; y ya van cuatro… y de los católicos que hacen el respectivo voto, y van cinco… que incluye en algunos casos el celibato). Siguió con que el Padre Prior le aconsejó rezarle a la patrona de la pureza, Santa Frígida. (Otra befa más: atribuir a impotencia y no a la fuerza de la virtud la doctrina católica de la pureza y eventualmente del celibato… y van seis en menos de un minuto y medio ).

Y después dicen que es malo/ el gaucho si los pelea (Martín Fierro, I, 270).

Pero hubo más todavía, porque avanzaron sobre la educación sexual tomando en solfa un tema serio y convirtiendo al festival en un torneo de agravios y de mala educación…, cosa que no pasa ni con judíos ni con musulmanes ni con homosexuales, porque atacar al catolicismo es gratis. Van siete…

Tiene el gaucho que aguantar… (I, 2091)

El trío Solupe

Un rato antes había actuado en el mismo escenario el Padre Jorge Gómez con su “Trío Solupe”, que toma su nombre de una planta típica malargüina, precisamente con su canción estrella “Un ramo de solupe”, de su autoría y ganadora hace dos años del concurso musical en la misma fiesta. Después interpretaron la cueca “En cuyo nací señores” (del máximo escritor sureño mendocino Bufano y del cura Coll). Le siguió “La Argentina que yo quiero” y cerraron con “La tonada jamás morirá”, que dice: “hay en Cuyo una luna distinta…”.

Como se ve, el cura había cantado las canciones folclóricas de todos y no atacó a ninguna religión ni partido ni a nadie. Todo fue argentino, cuyano, mendocino y malargüino, arraigado, alegre y en paz… No tomó en farra cosas serias, ni se vistió con el uniforme de ningún adversario para gastarlo, sino con su sotana negra y un poncho rojo. Durante la fiesta se la pasó bendiciendo guitarras, cantando y celebrando, como suele hacer los 25 de septiembre cuando viene en peregrinación a San Nicolás.

Una visión jurídica

Como escribe un abogado sanrafaelino, Lutherieces con su conducta incurría en “contravención” al Código de Faltas de la Provincia de Mendoza, cuyo artículo 49 inc. “c” castiga con arresto o multa al que, en lugar público o abierto al público, por petulancia u otro motivo reprochable, causare molestias o perturbaciones a alguien”. Y sigue mencionando artículos e incisos que encuadran la conducta antijurídica en concurso real de los cantantes. “Discriminado acusado de discriminación” dice bien el título del Dr. Carlos Haddad que circula profusamente.

O hasta que venga algún criollo… (I, 3093)…

Se puede ver en You Tube que, ante la afrenta, el cura Pato se hizo un deber retornar al escenario, descartando evidentemente la vía boba de ir a la policía para hacer una denuncia que al día siguiente pasaría a la fiscalía, que a su vez la haría llegar al juez de garantías el primer día hábil siguiente mediante oficio, que a los dos días tomaría medidas que no servirían para un comino; o el camino ascético de documentar todo con perspicacia jurídica para iniciar un hermoso juicio de daños y perjuicios a ventilarse a más de 100 kilómetros en San Rafael Mendoza cuando pase la feria, previo reunir los poderes respectivos, pagar la tasa de justicia del caso, con todos los traslados, audiencias de conciliación, chicanas, sentencia de primera instancia, y luego de segunda, en el apasionante mundo de la carreta judicial con sus apelaciones y recursos y frustraciones… (Pero eso parece que debió hacer según los bueyes cornetas clérigos pro homomonio entrevistados por La Capital de Rosario, mientras otros sesudos curas kirchneristas salieron a defender por TV que el celibato no es un dogma de fe. - ¿Qué tendrá que ver?).

Tampoco irrumpió desaforadamente condenando pecadores, ni esperó el momento de seguir una vía jerárquica tan vivaz, provocadora y efectiva análoga a las anteriores consistente en comunicar las cosas por nota al Señor Obispo cuando él viniera de Roma... Tampoco pidió por favor que le dieran el micrófono; ni el gracioso jefe lutherience salió a ofrecérselo. (Se ve claramente en el video). Ni se lo sacó por la fuerza. Simplemente actuó como un agredido que se presenta ante quien está débil porque sabe que agrede; como un hombre local que está en la fiesta con su pueblo y que ejerce legítima defensa propia y de terceros ante el visitante abusador, y cuando él tomaba el fierrito ya el otro lo dejaba en buenas manos.

Defensor de la fe

Fue entonces que el cura teniente de la Parroquia del Carmen de Malargüe pasó a la historia diciendo solamente esto que les cuento, delante de nueve millares de personas: [Dirigiéndose en voz baja al grupo en la persona de su director, pues el resto de los afrailados seguían de espalda al público] ”Por favor, vamos a pedir al grupo que continúe con otro número”. Ése fue todo su reclamo. “Porque [ahora levantó la voz que se hizo encendida dirigiéndose a todos y empezó a recibir aplausos], soy sacerdote católico y no voy a permitir que me ensucien mi castidad”. En seguida le quitó dramatismo al asunto, bajó el volumen, se volvió al conjunto cómico cordialmente, como quien vive tratando hombres y sabe la cosa, asentando paternal su mano derecha sobre el brazo izquierdo del director del grupo y le dijo cordialmente: “disculpen muchachos, sé que lo hacen con cariño. Sigan con otra cosa”. Eso fue todo.

“Viva la cueca y la zamba…”

¿Qué hizo entonces el director del conjunto? – Solamente dijo “¡vamos con una cuequita muchachos…!”, con lo que cesaba el ataque a la fe, los del grupo se sacaban a los manotazos el santo hábito que inmortalizó el santazo de Asís y que ellos habían profanado y se volvía alegremente a la música cuyana y a respetar a la gente. Aplausos y silbidos de aprobación le dijeron y le dicen al cura que él era el criollo que esperaban…

El título que hubiera puesto Dabove

El sacerdote en cuestión fue popularizado aquí en San Nicolás por un reportaje que el periodista Eduardo Dabove, relatando lo que el cura hizo sin parar toda la noche del 24 al 25 de septiembre de ese año hasta bien entrado el día de la Virgen: “el Padre pato un león confesando”(El Norte del día 13-X-2009 p. 8). Por eso pienso que el periodista y amigo hubiese titulado esta nota como “El Padre Pato: un león defendiendo”.

Prefiero decir que fue un caso de libro de la catolicofobia que vivimos y que el Papa romano y el escritor judío denuncian, pero que tuvo un parate de aquéllos y que registró, enhorabuena, un final feliz.

martes, 8 de febrero de 2011

El SIDA y el preservativo

Por monseñor Michel Schooyans*ROMA, lunes 31 de enero de 2011 (ZENIT.org).-
Es cierto que muchas personas han sido contagiadas del SIDA sin tener la más mínima responsabilidad por ello, a través de transfusiones de sangre, errores médicos o contactos accidentales. También el personal sanitario arriesga el contagio, cuando cuida a personas seropositivas.No vamos a tratar estos casos en esta ocasión. En vez de eso analizaremos las declaraciones realizadas por diversas personalidades de gran relevancia en el mundo académico y eclesiástico, sobre todo moralistas y pastores. Los llamaremos dignatarios, evitando citar nombres para no personalizar el debate y para focalizar la atención en la argumentación moral. [1]
Parte I
Desorden y confusión

Ya que estas declaraciones se refieren al uso del preservativo como medio para no contraer el SIDA, a menudo producen una profunda confusión en la opinión pública y en la Iglesia. Estas declaraciones se acompañan frecuentemente de sorprendentes comentarios sobre la persona del Papa y sobre sus funciones, así como sobre la autoridad de la Iglesia. En este contexto también se producen las habituales quejas sobre la moral sexual, el celibato, la homosexualidad, la ordenación de las mujeres, la Comunión para los divorciados y los abortistas etc.. Son una ocasión para aprovechar y dar así resonancia global a estos temas.

Estos dignatarios se manifiestan, muy satisfechos, a través de los medios de comunicación social. Se declaran favorables al uso del condón para evitar el riesgo de contagio del SIDA. Según ellos la Iglesia debería cambiar su postura en este tema.

Estas declaraciones crean gran confusión en la mente de la gente. Confunden a los fieles, dividen a los sacerdotes, indisponen al episcopado, desacreditan al colegio cardenalicio, dañan al Magisterio de la Iglesia y acusan directamente al Santo Padre. Otros dignatarios, en estos momentos retirados o difuntos, condujeron en su momento este tipo de movimiento. Hoy, estas observaciones provocan a menudo la consternación, porque la gente espera mayor prudencia y rigor moral, teológico y de comportamiento de estos dignatarios que- influenciados por ideas de moda en ciertos ambientes- hacen de todo para "justificar" el uso del preservativo usando los habituales trucos del "daño menor" o del "doble efecto" como si fueran los vendedores.

Uno de estos dignatarios llegó al punto de considerar el uso del condón como una obligación moral basándose en el quinto mandamiento. En este sentido se dice que si la persona infectada por el virus se niega a practicar la abstinencia, deberá proteger a su pareja y que el único modo de hacerlo, en este caso, es a través del preservativo.

Este tipo de observaciones son suficientes para dejar a la gente perpleja y revelan un conocimiento incompleto y tendencioso de la moral más natural y en particular de la moral cristiana. El modo de presentar las cosas es cuanto menos sorprendente.

Un problema de moral natural

Algunas consideraciones tranquilizadoras pero falsas

Los argumentos de estos dignatarios, con respecto al uso del condón, son sorprendentemente superficiales. Estas personas deberían basarse en estudios científicos y clínicos serios, evitando recuperar y dar crédito a bulos que hace tiempo que fueron refutados en cualquier revista de consumidores.

¿Cómo se puede no haber constatado que el efecto de contención del condón es en realidad bastante ilusorio? Es así en cuanto a que el preservativo es mecánicamente frágil, y que anima y incrementa el número de las parejas y la variedad de las experiencias sexuales. Por estos motivos se aumentan los riegos en vez de reducirlos.

La única forma eficaz de prevención resulta ser la de la fidelidad y la de la renuncia a los comportamientos de riesgo.

Desde este punto de vista, la calificación moral del uso del preservativo es un problema de honestidad científica y de moral natural. La Iglesia no sólo tiene el derecho, sino que también tiene el deber de pronunciarse sobre este tema.

Ineficacia que tiene como consecuencia la muerte

Las declaraciones de estos dignatarios no citan recientes estudios de innegable valor científico, como el del doctor Jacques Suaudeau[2]. Si ignorasen estos recientes estudios, podrían tener en cuenta, al menos aquellos previos, emitidos por las más altas autoridades científicas. Por ejemplo en 1996, se leía en un informe del profesor Henri Lestradet, de la Academia Nacional de Medicina (París) [3]:

"Es oportuno [] subrayar que el condón está considerado como un medio de anticoncepción. Sin embargo [] la tasa de fracaso está colocada generalmente entre el 5% y el 12% por pareja, y por año de uso".

"A priori [] con el virus de VIH que es 500 veces más pequeño que el esperma, es difícil pensar en una tasa de fracaso inferior. En todo caso hay una enorme diferencia entre estas dos situaciones. Si el condón no es totalmente eficaz como medio anticonceptivo, la consecuencia de este fracaso es el desarrollo de la vida, mientras que en el caso de contagio del VIH es la muerte en todos los casos". [4]

Después considerando el caso de los seropositivos, el mismo informe observa que: "El único comportamiento responsable de un hombre seropositivo es la abstención efectiva de las relaciones sexuales, de las protegidas y de las que no lo son. [...] Si una pareja establece una relación estable, debería seguir estas recomendaciones: que cada uno se someta a análisis clínicos, repitiéndolos tres meses después, practicando en este periodo la abstinencia de toda relación sexual (con o sin condón), para poder ejercitarse en la fidelidad recíproca". [5]

Los dignatarios, que son los autores de las consideraciones que estamos analizando, deberían tener en cuenta esta dramática conclusión que se extrae del informe que estamos citando:

"La declaración- realizada centenares de veces de los agentes sanitarios del Conseil supérieur del SIDA, y por asociaciones de lucha contra el SIDA- de la seguridad garantizada en cualquier circunstancia del uso del preservativo, es sin duda alguna, el principio de muchos contagios de los cuales todavía se niegan a buscar las causas". [6]

Algunas campañas internacionales son realizadas en sociedades "expuestas", inundándolas de preservativos. Se invita a las autoridades religiosas a dar su patrocinio. Pero no obstante estas campañas, y probablemente a causa de ellas, se observa regularmente una progresión de la pandemia.

En julio de 2004, una de las más eminentes autoridades mundiales del SIDA, el doctor belga Jean-Louis Lamboray, abandonó el UNAIDS (el programa de las Naciones Unidas contra el SIDA). El motivo que dio de este abandono fue "el fracaso de las políticas en la contención de esta enfermedad". "Estas políticas han fallado porque la UNAIDS ha olvidado que las verdaderas medidas preventivas se deciden en las casas de las personas y no en las oficinas de los expertos". [7]

Antes de emitir declaraciones perentorias, los dignatarios deberían recordar lo que otro doctor dijo; un doctor a quien los medios de comunicación dieron mucha importancia y que ciertamente no era sospechoso de simpatía hacia las posiciones de la Iglesia. Esto es lo que el difunto profesor Leon Schwartzenberg escribió en 1989:

"Son sobre todo los jóvenes los que extienden el SIDA; son completamente ignorantes de la tragedia del SIDA, que para ellos es una enfermedad que afecta a las personas ancianas. Esta convicción es reforzada por la actitud de la clase política mucho mayor que ellos, que son los responsables de esta propaganda: la publicidad oficial del preservativo parece estar creada por quien no lo usa nunca, para quien no quiere usarlo". [8]

Los oyentes, los lectores y los espectadores de televisión, no pueden dar por buenas las consideraciones imprudentes de estos dignatarios, sin arriesgarse -como ellos- a verse acusados, antes o después, de ser "la raíz de muchos contagios".

1) Extracto de Le terrorisme à visage humain, de Michel Schooyans y Anne-Marie Libert, segunda edición, París, F.-X. de Guibert Publisher, 2008, pp. 173-179.

2) Dr Jacques SUAUDEAU, artículo "Sexo seguro" en Lexicon, Madrid, Ed. Palabra, 2004; pp.1041-1061. La edición italiana fue publicada en Bolonia, Ed. EDB, 2003.

3) Henri LESTRADET., AIDS, Propagation and Prevention. Informe de la Commisión V11 de la National Academy of Medicine, con comentarios, París, Editions de Paris, 1996.

4) ibid, p.42.

5) ibid, p.46.

6) ibid, pp.46 e ss.

7) ACI comunicado del 6 julio de 2004.

8) Léon Schwartzenberg, Interview en La Libre Belgique (Bruselas), 13 de marzo 1989, p.2.

ZS11013101  31-01-2011
Parte II

Un problema de moral cristiana

Además, es engañoso afirmar que la Iglesia no tenga una doctrina oficial sobre el problema del SIDA y el preservativo. Aunque el Papa evita llamarlo por su nombre, los problemas morales ocasionados por el uso del condón son abordados en todas las enseñanzas relacionadas con las relaciones conyugales y la finalidad del matrimonio.

Cuando se considera el SIDA y el condón a la luz de la moral cristiana es importante tener en mente algunos puntos esenciales: el acto carnal debería tener lugar en el matrimonio monógamo entre un hombre y una mujer; la fidelidad conyugal es el mejor remedio contra las enfermedades de transmisión sexual como el SIDA; la unión conyugal debería estar abierta a la vida, a lo que se debe añadir el respeto a la vida de los demás.

¿Esposos o compañeros?

Se deduce que la Iglesia no predica una moral sexual a los "compañeros". En vez de esto propone una moral conyugal y familiar. Se dirige a los "esposos", parejas unidas sacramentalmente en una matrimonio monógamo y heterosexual. Sin embargo las consideraciones de los dignatarios van dirigidas a los "compañeros", que tienen relaciones pre o extramatrimoniales, intermitentes o persistentes, heterosexuales, homosexuales, lésbicas...No se entiende porque la Iglesia, y mucho menos los titulares del Magisterio, deban -arriesgando el escándalo- socorrer a los que practican el vagabundeo sexual y sentirse responsables del pecado de quien, en muchos casos, no se interesa lo más mínimo, ni en la teoría ni en la práctica, de la moral cristiana.

"¡Pecad hermanos, pero con seguridad!" ¡Después del "sexo seguro", tenemos ahora el "pecado seguro"!

La Iglesia y sus dignatarios, no tienen derecho a explicar como pecar cómodamente. Abusaría de su autoridad si diera consejos para llegar al divorcio, ya que la Iglesia considera el divorcio como un mal. Sería como confirmar al pecador en su pecado, mostrándole como seguir hacia adelante evitando las consecuencias no deseadas.

Por ello la consiguiente pregunta: ¿Es admisible que los dignatarios, que deberían ser custodios de la doctrina, oscurezcan la exigencia de la moral natural y de la moral evangélica, y no hagan un llamamiento a la conversión de los comportamientos?

Es inadmisible e irresponsable que los dignatarios den su aval a la idea del "sexo seguro", usada para legitimar a los que usan el condón, cuando es notorio que esta expresión es una mentira y que lleva a la ruina. Estos ilustres dignatarios deberían, por tanto, preguntarse si están sólo incitando a las personas a burlarse del sexto mandamiento de Dios, aunque también se mofan del quinto "No matarás". La sensación falsa de seguridad ofrecida por el condón, antes que reducir el riesgo de contagio, lo aumenta. La acusación de no respetar el quinto mandamiento se vuelve contra los "compañeros" que no usan el condón.

El argumento usado para "justificar" el uso del "profiláctico" del condón se reduce a nada, en relación a la moral natural y a la cristiana.

Sería más simple decir que, si los "esposos" se amasen de verdad, y si uno de ellos enfermase de cólera, peste o tuberculosis, deberían abstenerse de tener relaciones para evitar el contagio.

Objetivo: reinventar la doctrina

Un error de método

Al principio de este análisis hemos indicado que los dignatarios favorables al condón a menudo relacionan su arenga defensiva con causas distintas a la de los "compañeros" sexuales a largo plazo y organizados. De hecho, se utiliza este argumento para discutir toda la enseñanza de la Iglesia sobre la sexualidad humana, sobre el matrimonio, la familia, la sociedad y la Iglesia misma.

Esto explica en parte la casi total carencia de interés de estos dignatarios en las conclusiones científicas y en las ideas fundamentales de la moral natural. Y son justo estas conclusiones y las ideas básicas lo que estos dignatarios deberían tener en cuenta en sus opiniones sobre la moral cristiana.

A causa de este error de método -sea voluntario o no- los dignatarios abren el camino a un cambio de la moral cristiana. Pretenden dar la vuelta al dogma cristiano, en cuanto que se reservan el derecho, en sus opiniones, a hacer un llamamiento a la institución de la Iglesia para una reforma que avale su moral y su dogma. Así pretenden participar, a su nivel, en esta nueva revolución cultural.

A pesar de que estos dignatarios han cometido, desde el principio, un error metodológico, hacen caso omiso a estas ideas fundamentales y básicas del problema, caminando inevitablemente sobre un terreno resbaloso. Si se parte de premisas erróneas, sólo se puede llegar a conclusiones erradas. Es fácil ver hacia donde estas ideas están llevando a los dignatarios. Su forma de pensar se puede resumir en tres sofismas, que pueden ser desmontados por cualquier colegial.

Tres sofismas

El primero:

Mayor: no usar el condón favorece la difusión del SIDA

Menor:favorecer esta difusión es favorecer la muerte.

Conclusión: No usar el condón significa favorecer la muerte.

Este razonamiento tortuoso se basa en la idea de que protegerse significa ponerse un preservativo. Los compañeros pueden ser múltiples. La fidelidad no es tomada en consideración. El impulso sexual está considerado como algo irresistible y la fidelidad conyugal como algo imposible. El único modo de no contraer el SIDA es el de usar condón.

Segundo sofisma:

Mayor: El condón es la única protección contra el SIDA
Menor: La Iglesia es contraria al condón
Conclusión: Por tanto la Iglesia favorece el SIDA

Este pseudo silogismo se basa en la equivocada afirmación de la premisa mayor, que el condón es la única protección posible contra el SIDA. Se da por descontada la afirmación que se quiere demostrar; estamos en presencia de una petitio principii : un razonamiento falaz, en el cual las premisas se presentan como algo indiscutible y de las que se deducen las conclusiones lógicas. Se asume como verdadero lo que se quiere demostrar, es decir que el condón constituye la única protección contra el SIDA.

Tercer sofisma:

Finalmente un ejemplo de pseudo silogismo, uno sofisticado del cual deberían darse cuenta los dignatarios.

Mayor: La Iglesia es contraria al condón

Menor: El condón previene embarazos no deseados

Conclusión/Premisa mayor: La Iglesia está a favor de los embarazos no deseados.

Premisa menor: los embarazos no deseados llevan al aborto.

Conclusión final. La Iglesia está a favor del aborto.

En definitiva, el renacimiento de la moral y eclesiología cristiana no puede esperar nada de la malvada explotación de los enfermos y de sus muertes.
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*Monseñor Michel Schooyans, filósofo y teólogo, es miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias Sociales y de la Academia Pontificia para la Vida, consultor del Consejo Pontificio para la Familia y miembro de la Academia Mexicana de Bioética. Tras haber enseñado durante diez años en la Universidad Católica de San Pablo, en Brasil, se retiró como profesor de Filosofía Política y Ética de los problemas demográficos en la Universidad católica de Lovaina, en Bélgica. Es autor de alrededor de treinta libros.

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

ZS11020208  02-02-2011


viernes, 4 de febrero de 2011

GUILLERMO DE OCKHAM (s. XIV)

Notas para comprender mejor su papel en la Historia de la Ética.

I. Su doctrina se caracteriza en general por el nominalismo. Niega que tengamos conocimiento de lo universal. Es decir que cuando pensamos o decimos “hombre”, “alto”, “buen mozo”, “cristiano”, o “chica”, “linda”, “abogada” y “buena madre de familia”, no pensamos ni decimos nada real. En la realidad sólo existen individuos, con características individuales, que operan realizando una sucesión de actos también individuales.

Si recurrimos a conceptos y palabras generales o universales, es porque necesitamos clasificar de algún modo la realidad, agrupando características o individuos, que en sí son absolutamente distintos, bajo un nombre que nos permita manejarnos en la vida.

Además, si podemos afirmar ciertas cosas con pretensión de universalidad sobre el hombre y la moral, es por que Dios lo ha revelado. Esto es fideísmo.

La posición de Ockham enseñada y divulgada generó el empirismo y el racionalismo en filosofía; la división de razón y fe en teología. Fue la primera ética de la obligación.

II. El nominalismo no era nuevo en la filosofía medieval, pero con Ockham adquirió primacía en el mundo intelectual y tuvo secuelas en todos los niveles de la cultura. El motivo fundamental por el cual esta posición es sostenida por Ockham, está en su concepto de libertad, que aplica primero a Dios y después al hombre.

La libertad se define como: “el poder que tengo de producir indiferentemente y de modo contingente efectos diferentes” (Quodl. 1, q. 16)

La libertad es esencialmente el poder de elegir entre cosas contrarias, independientemente de toda otra causa distinta de la libertad o de la propia voluntad, como dice Pinckaers.
La voluntad se caracteriza por una indiferencia original ante cualquier bien, o ante el bien (dado que no es real) y por supuesto ante cualquier otro poder que no le sea superior, léase, que no sea más fuerte.

Libertad y voluntad se identifican y son la facultad esencial del hombre y el atributo fundamental de Dios.

La libertad es indeterminación total y el poder de autodeterminación de la voluntad es acotado a cada acto particular, manteniéndose inalterable la indeterminación cuando éste concluye y comienza otro acto.

La palabra “indiferencia” es muy ilustrativa: la libertad y la voluntad no tienen nada que ver con el bien.

III. Dios es Omnipotente, Todopoderoso, Libertad absoluta. De esto se sigue para Ockham, que Dios dicta una ley que luego puede cambiar. La vigencia de los Mandamientos, desde el primero al último, es absolutamente contingente. Dios puede ordenar el odio respecto de El, el homicidio del inocente, el robo del legítimo propietario, el adulterio, etc. Ninguno de estos actos es malo en sí mismo. Pero tampoco hay actos buenos en sí mismos: amar a Dios o al prójimo, dar limosna, hacer justicia, etc.

Los Mandamientos tienen vigencia, como dijimos, mientras Dios los ordene y sólo porque Él los ha revelado y mandado. No hay nada en la realidad, en la naturaleza de las cosas o del hombre que pida esa ley. No hay ley natural ni orden natural porque no hay naturaleza. (Ockham sigue hablando de ley natural, pero no entiende en absoluto lo mismo que nosotros. Es decir, no es la razón natural que conoce las inclinaciones naturales y manda obrar el bien en esa línea, sino la razón que conoce la revelación divina de los mandamientos).

Dios es libre no sólo de “inventar” y crear al hombre, sino de cambiar lo que es “bueno” para él. O mejor: no hay nada bueno o malo para el hombre, porque somos todos individuos diferentes y porque el mandamiento es sólo un deber, una obligación.

Para Santo Tomás, Dios es perfectamente libre, pero su libertad y su sabiduría se identifican: una vez que Dios decidió crear al hombre, tenía que hacerlo un ser racional. Una vez que decidió hacer seres vivientes, tenía que ser buena la vida. Una vez que decidió crear seres sexuados, tenía que ser buena la unión sexual para ellos (como en los animales y el hombre) Y como para Tomás, el hombre es fundamentalmente racional, todas las inclinaciones a bienes de la naturaleza están contenidas virtualmente en la inclinación racional, una vez que Dios decidió crear al hombre, tenía que ser buena la amistad matrimonial, la unidad social, el respeto a la vida inocente, la búsqueda de la verdad, etc.

IV. La libertad humana es un poder indiferente e indeterminado sólo limitado por un poder superior.

No hay ningún bien que atraiga a la voluntad humana, ninguna preferencia que la determine según la naturaleza del hombre. Ockham rechaza las inclinaciones naturales y la felicidad del ámbito espiritual, como bienes que naturalmente atraigan al hombre. En todo caso las inclinaciones estarán en un ámbito sensible o instintivo fuera del campo moral.

Para Ockham somos libres de rechazar la felicidad, de rechazar las inclinaciones naturales, porque nos resultan indiferentes.

El obrar del hombre es solamente la sucesión de actos aislados y cerrados, que nada tienen que ver uno con el otro, que carecen de orden. Esto es así porque el fin no unifica la vida ni los actos del hombre. Cada momento de la vida uno puede ser totalmente otro del que fue y del que será, y lo mismo los actos: hoy decido abortar a mi hijo, y mañana, sin ninguna influencia de la decisión anterior, decido tener 10 hijos. Alguien en un ataque de ira llega a matar con 100 puñaladas a la novia, pero eso no tiene nada que ver con los anteriores actos violentos que realizó. La vida es una sucesión de casos aislados.

Mantenemos siempre el mismo poder indeterminado de elegir cosas contrarias a lo largo de la vida, porque los hábitos en general, las virtudes y los vicios en particular, no afectan en nada a la libertad. Por el contrario, las virtudes para Tomás de Aquino son liberadoras del hombre, en la medida en que le permiten obrar con facilidad el bien, los vicios son esclavizantes porque nos dificultan obrar el bien. Es decir, influyen en la libertad.

Para Ockham ( lo mismo que para nuestro contemporáneo Sartre) el hombre tiene una libertad de 360º, pero está obligada por la libertad legisladora de Dios (al contrario de Sartre que niega al Creador).

La moral de Ockham es una moral de la obligación y la ley, porque es lo único que puede influir, si el hombre lo acepta, en la libertad. Pero siempre se mantendrá una tensión, un enfrentamiento entre la libertad y la ley, que se acepta porque Dios es más poderoso, o en el caso de la ley civil, porque el soberano es más poderoso, y no por el bien común.


V. Algunos textos:

“Toda voluntad puede conformarse al precepto divino: pero Dios puede prescribir que la voluntad creada le odie, pues la voluntad creada puede hacerlo … Además todo lo que puede ser un acto recto en esta vida puede serlo en la patria (Cielo): ahora bien, odiar a Dios puede ser un acto recto en esta vida si Dios lo manda, luego también puede serlo en la patria” (IV Sent. Q 14 dictum 5)


“La bondad y la malicia significan que un agente está obligado a tal acto o a su contrario.” (II Sent. Q 19 P)

“Así como una misma cosa puede ser hecha por uno de modo justo y por otro de modo injusto, así, la misma acción puede ser hecha mal por el hombre y bien y justamente por Dios; ...” (I Sent. 47 1 C)

Las palabras: hurto, adulterio, odio, etc, no designan estas acciones en sentido absoluto, sino que conotan o dan a entender que el que realiza este acto está obligado a lo opuesto por precepto divino.

viernes, 7 de enero de 2011

ACLARACIÓN SOBRE LOS DICHOS DEL PAPA SOBRE EL PRESERVATIVO

NOTA SOBRE LA BANALIZACIÓN DE LA SEXUALIDAD A PROPÓSITO DE ALGUNAS LECTURAS DE «LUZ DEL MUNDO»

Con ocasión de la publicación del libro-entrevista de Benedicto XVI, Luz del mundo, se han difundido diversas interpretaciones incorrectas, que han creado confusión sobre la postura de la Iglesia Católica acerca de algunas cuestiones de moral sexual. El pensamiento del Papa se ha instrumentalizado frecuentemente con fines e intereses ajenos al sentido de sus palabras, que resulta evidente si se leen por entero los capítulos en donde se trata de la sexualidad humana. El interés del Santo Padre es claro: reencontrar la grandeza del plan de Dios sobre la sexualidad, evitando su banalización, hoy tan extendida.

Algunas interpretaciones han presentado las palabras del Papa como afirmaciones contrarias a la tradición moral de la Iglesia, hipótesis que algunos han acogido como un cambio positivo y otros han recibido con preocupación, como si se tratara de una ruptura con la doctrina sobre la anticoncepción y la actitud de la Iglesia en la lucha contra el sida. En realidad, las palabras del Papa, que se refieren de modo particular a un comportamiento gravemente desordenado como el de la prostitución (cfr. Luz del mundo, pp. 131-132), no modifican ni la doctrina moral ni la praxis pastoral de la Iglesia.

Como se desprende de la lectura del texto en cuestión, el Santo Padre no habla de la moral conyugal, ni tampoco de la norma moral sobre la anticoncepción. Dicha norma, tradicional en la Iglesia, fue reafirmada con términos muy precisos por Pablo VI en el n. 14 de la encíclica Humanae vitae, cuando escribió que «queda además excluida toda acción que, o en previsión del acto conyugal, o en su realización, o en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga, como fin o como medio, hacer imposible la procreación». Pensar que de las palabras de Benedicto XVI se pueda deducir que en algunos casos es legítimo recurrir al uso del preservativo para evitar embarazos no deseados es totalmente arbitrario y no responde ni a sus palabras ni a su pensamiento. En este sentido, el Papa propone en cambio caminos que sean humana y éticamente viables, que los pastores han de potenciar «más y mejor» (cf. Luz del mundo, p. 156), es decir, caminos que respeten plenamente el nexo inseparable del significado unitivo y procreador de cada acto conyugal, mediante el eventual recurso a métodos de regulación natural de la fertilidad con vistas a la procreación responsable.

En cuanto al texto en cuestión, el Santo Padre se refería al caso completamente diferente de la prostitución, comportamiento que la doctrina cristiana ha considerado siempre gravemente inmoral (cf. Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, n. 27; Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2355). Con relación a la prostitución, la recomendación de toda la tradición cristiana –y no sólo de ella– se puede resumir en las palabras de san Pablo: «Huid de la fornicación» (1 Co 6, 18). Por tanto, hay que luchar contra la prostitución; y las organizaciones asistenciales de la Iglesia, de la sociedad civil y del Estado han de trabajar para librar a las personas que están involucradas en ella.

En este sentido, es necesario poner de relieve que la situación que en muchas áreas del mundo se ha creado por la actual difusión del sida, ha hecho que el problema de la prostitución sea aún más dramático. Quien es consciente de estar infectado con el VIH y que por tanto puede contagiar a otros, además del pecado grave contra el sexto mandamiento comete uno contra el quinto, porque conscientemente pone en serio peligro la vida de otra persona, con repercusiones también para la salud pública. A este respecto, el Santo Padre afirma claramente que los profilácticos no son «una solución real y moral» del problema del sida, y también que la «mera fijación en el preservativo significa una banalización de la sexualidad», porque no se quiere afrontar el extravío humano que está en el origen de la transmisión de la pandemia. Por otra parte, es innegable que quien recurre al profiláctico para disminuir el peligro para la vida de otra persona, intenta reducir el mal vinculado a su conducta errónea. En este sentido, el Santo Padre pone de relieve que recurrir al profiláctico con «la intención de reducir el peligro de contagio, es un primer paso en el camino hacia una sexualidad vivida en forma diferente, hacia una sexualidad más humana». Se trata de una observación completamente compatible con la otra afirmación del Santo Padre: «Ésta no es la auténtica modalidad para abordar el mal de la infección con el VIH».

Algunos han interpretado las palabras de Benedicto XVI valiéndose de la teoría del llamado "mal menor". Esta teoría, sin embargo, es susceptible de interpretaciones desviadas de tipo proporcionalista (cf. Juan Pablo II, Encíclica Veritatis splendor, nn. 75-77). No es lícito querer una acción que es mala por su objeto, aunque se trate de un mal menor. El Santo Padre no ha dicho, como alguno ha sostenido, que la prostitución con el recurso al profiláctico pueda ser una opción lícita en cuanto mal menor. La Iglesia enseña que la prostitución es inmoral y hay que luchar contra ella. Sin embargo, si alguien, practicando la prostitución y estando además infectado por el VIH, se esfuerza por disminuir el peligro de contagio, a través incluso del uso del profiláctico, esto puede constituir un primer paso en el respeto de la vida de los demás, si bien el mal de la prostitución siga conservando toda su gravedad. Dichas apreciaciones concuerdan con lo que la tradición teológico moral ha sostenido también en el pasado.

En conclusión, los miembros y las instituciones de la Iglesia Católica deben saber que en la lucha contra el sida hay que estar cerca de las personas, curando a los enfermos y formando a todos para que puedan vivir la abstinencia antes del matrimonio y la fidelidad dentro del pacto conyugal. En este sentido, hay que denunciar también aquellos comportamientos que banalizan la sexualidad, porque, como dice el Papa, representan precisamente la peligrosa razón por la que muchos ya no ven en la sexualidad una expresión de su amor. «Por eso la lucha contra la banalización de la sexualidad forma parte de la lucha para que la sexualidad sea valorada positivamente y pueda desplegar su acción positiva en la totalidad de la condición humana» (Luz del mundo, p. 131).