“Digan lo que digan Aristóteles y toda la Filosofía, no hay nada igual al tabaco: es la pasión de la buena gente, y quien vive sin tabaco no es digno de vivir. No solamente rejocija y purifica los cerebros humanos, sino que también él instruye a las almas en la virtud, y uno aprende con él a volverse buena persona. ¿No te das cuenta de que, desde que se lo usa, de manera obsequiosa uno lo comparte con todo el mundo, y como uno es impulsado a ofrecerlo a diestra y siniestra, por doquiera uno se encuentre? Uno ni siquiera espera que se lo pidan y se adelanta al deseo de los otros: tan cierto es que el tabaco inspira sentimientos de honor y de virtud a todos los que lo usan…”.
Molière; Dom Juan; Act. I; scène 1; en Le Tartuffe, Dom Juan, Le Misanthrope; ed. G. Couton; Gallimard, Paris 1981; p. 157.
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